A día de ayer, de noviembre del 2023, se dio el pistoletazo de salida a una nueva legislatura , con solemne APERTURA DE LAS CORTES, en la que se advirtieron actitudes y gestos de participantes presenciales significativas para , en finalizándose, reiterarse en sus ya conocidas posiciones i radicalizando el verbo para verter literatura inane y vacuos comentarios y lo que te rondaré morena, que como siempre, tanto lo menean que es demasía.
¡Cuanto valor, tienen las palabras!, ¡casi más que las que se callan, pero se deducen!. Pero, a las oídas falta tiempo para atribuirles el sentido que más convenga, ni que sea deformándolas o sacándolas de contexto.
Inauguró la Presidenta Armengol y su discurso sentó como una patada en la ingle a la inefable derecha por “partidista, sectario e inapropiado, para una sesión solemne presidida por el Jefe del Estado”, por demandar actitudes leales, honestas y de respeto en la Cámara y se vertieron murmullos de desaprobación en los escaños “derechones” cuando dijo que “esta mayoría es legítima y emana de la voluntad de los ciudadanos ejercida el 23 de Julio”. ¡Anatema!, para ellos que han cuestionado durante toda la pasada legislatura la legalidad del Gobierno, tienen que tomar otra taza del mismo mejunje desde un igual convencimiento. ¿Sugieren que existe complicidad del Rey pergeñando un complot para crear según ellos, un “gobierno frankestein”? En ambos ocasiones el Monarca confió a Pedro Sánchez formar gobierno y presidió la Apertura de las Cortes. Quieren dar a suponer que ha sido a sabiendas de que el candidato no reunía los índices de legalidad exigidos? . Tamaña desvergüenza es difícil de tabular. Porqué no han pedido a los Tribunales que enmienden semejante atropello?. Porqué la Fiscalía del Estado no ha actuado de oficio contra estas manifestaciones? . Después de tanto infundiosa lo máximo que se atreven es a una pataleta y no aplaudir el discurso de la Presidenta de la Cortes , algo que si hizo la Familia Real, todo y que incluyera contenido lejos de su gusto y conveniencia. Pero, estimados diputados, ¡todavía hay clases!. Me queda la duda de si, estas sus señorías, madurarán alguna vez para alcanzar la edad adulta. Tengo pocas esperanzas.
