El acto

serio

Definir las cosas como actos es darle mucha importancia a lo que hacemos. Una acción viene de un ímpetu que podemos darle importancia o no, depende del momento y depende como lo sintamos. El acto como nombre o como verbo es el valor que se le da a lo que hacemos. Puede ser un acto rutinario o una cosa que hacemos una vez a la vida, pero podemos darle a la rutina la importancia de que sea el acto como el nombre de algo que hacemos una acta en cada movimiento o acción.

Hoy en día en la sociedad digital no hacemos actos, más bien las cosas nos patinan. Se lee digitalmente de manera superficial y escaneando el texto. En la lectura profunda de un libro en papel y sus consecuentes derivaciones de los detalles, los que no leen libros en papel no descubren más cosas. En vez de darle la importancia a las cosas como el valor que tienen, se hace un masaje en la información y como consecuencia se hace una media normalizada e insípida. El medio por el que recibimos la información es importante psicológicamente.

El acto de trabajar

La palabra trabajo viene de la antigua Roma del Tripalium, que era un elemento de tortura que se convirtió en sinónimo de sufrimiento o desgracia. Ir al trabajo por diversión es solo reservado para unos pocos. Hay gente que disfruta trabajando y es una necesidad para tenernos ocupados. El acto de trabajar es hacer las cosas de manera profesional. En cada parte de la jornada laboral podemos darle la importancia y meticulosidad que queramos, como si fuera un acto que no haremos más. Solo permitiendo que haya una cierta fluidez en la importancia de cada cosa.

El acto de hacer deporte

Si le damos importancia a nuestra salud haremos deporte. El acto de hacer deporte de manera seria, aunque sea un divertimento, es una opción para no tener lesiones y marcarse objetivos. Aquella hora o dos horas diarias que reservemos para hacer deporte tienen que ser pensadas con cabeza para que tenga sus frutos. Es un acto rutinario necesario convertido en “el acto” imprescindible.

El acto de divertirse

Muchas personas no conciben divertirse como un acto. No se le da la categoría como si fuera el trabajo, asistir a un juicio o algo más serio, pero tiene su importancia. Desconectar de forma laxa puede atribuirse como algo pensado y considerarlo al igual como un acto. No es necesario hacer una acta del divertimento, o sí, para los más estrictos.

El acto del sexo

Antiguamente se decía al sexo como “el acto”. Era sucedido en pocas ocasiones y por creencias religiosas no tenía disposición para el placer. Como hemos evolucionado podemos considerar el sexo como el acto para el placer como verbo y no como nombre. O como nombre cambiando el concepto de acto como placer y no solo para procrear. Se puede decir a la pareja “hoy haremos sexo para tener un hijo” y convertirlo en un acto, pero por la inercia del romanticismo también podemos tener sexo sin querer y solo disfrutar, si se tiene un hijo, también está bien. El acto del placer también puede ser un acto sumamente importante.

El acto de comer

Lo que comemos tiene una derivación física y psicológica. Por la salud tenemos que comer cosas convenientes. ¿Pero qué son cosas convenientes? A veces no lo sabemos. Creemos que si algo nos gusta, eso ya es bueno para la salud, y no es así. Sí que hay una cierta intuición si algo no huele bien o parece en mal estado, pero tampoco es una solución infalible. A algunos no les gusta el olor del brócoli, pero es buenísimo para la salud y en algunas culturas los olores de nuestra comida no les parecen bien, ni nosotros de alimentos de su cultura.

Comer en un restaurante es más concebido como un acto, pero no tanto como en nuestra cena o comida diaria. Deberíamos hacer memorable cada cosa que ingerimos en nuestro día a día. Y también el motivo por el cual hemos escogido el menú.

¿Por qué escogemos ese menú ese día? Por ejemplo si hoy hay huevos con frankfurt o conejo a la brasa puede tener connotaciones psicológicas sexuales. O si queremos no ponernos nerviosos y relajarnos mejor por la noche no comer comidas con almidón. Convertir lo que comemos en un acto responsable hacia nuestra salud es obligatorio.

El acto de pensar

La mayoría de las veces divagamos pensamientos pero el acto de pensar, el dedicarle tiempo solo a pensar, es habitual solo para pocos. Proyectar un sueño es un acto de pensar, escribir lo que queremos hacer o una idea, es un primer paso para que el pensar se haga realidad, repasar lo haremos el día siguiente o por la mañana temprano ese mismo día es un acto de pensar, anotar una agenda estricta de lo que vendrá o repasar lo que hemos hecho es un acto de pensar, calcular un problema matemático que nos incumbe es un acto de pensar. Todos estos ejemplos no les ponemos mucha dedicación. Nos pasamos más tiempo haciendo la lista de la compra, quien la haga, que separar un dinero al principio de mes para invertir o para un futuro.

El hacer meditación es acto de pensar el no pensamiento, que también es necesario para sincronizar nuestro cuerpo con nosotros. Hay gente que no sabe o no se ha dedicado nunca a hacer meditación. El concentrarse con el cuerpo o la respiración vaciando la mente es un acto de pensar.

Un solo acto no hace hábito.

Anónimo

¿Hasta qué punto es cualquier hombre moralmente responsable de cualquier acto? No lo sabemos.

Alexis Carrel

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